Con tan sólo 16 años, Cristal tuvo que vivir estos momentos tan “malos” como ella misma lo define. “Ese día el mundo me cambió, el amor que Marcos me prometió para el resto de mi vida, fueron puras palabras, él me trató ese día como una extraña. Por un momento deseaba morirme, me iba a volver loca en sólo pensar que le diría a mis padres”.
Marcos no asumió su responsabilidad, me dejó sola y mis padres no quisieron ayudarme. Una amiga me propuso el aborto, aunque mi abuela me dijo, que un hijo es una bendición, y que ella me apoyaría. Todo fue una pesadilla, pero gracias a Dios y a mi abuela, hoy mi hijo tiene 13 meses.
No sé nada de Marcos y aunque no me arrepiento de haber tenido a mi bebé, si me arrepiento de no haber esperado mi momento para formar una hermosa familia, como lo sueña toda mujer. No he culminado el bachillerato, porque he trabajado duro para cumplir con lo necesario de mi hijo. Si pudiera regresar el tiempo no le entregaría mi adolescencia a un hombre, porque esta experiencia sólo me ha dejado un trago amargo, que poco a poco he superado.
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